Las salinas

Conoce la historia de la sal

El desarrollo del pueblo canario no se puede entender sin uno de sus productos estrella: la sal. La incorporación de las salinas canarias a la Hacienda Real en 1605 ayudó a su desarrollo, dando lugar a la gran época salinera de las islas Canarias, sobre todo de Gran Canaria: durante 200 años nadie le hará sombra. Sin embargo, en el s. XX sufrieron un gran parón, primero por la II Guerra Mundial y posteriormente por la inclusión de las salinas en la Ley de Minas, que obviaba toda la labor artesanal de los salineros, perjudicándolos hasta el punto de hacer desaparecer casi todas las salinas del archipiélago.

Una experiencia única

¿Quieres ser salinero por un día? En el exterior de la casa de Don Manuel se encuentra la explotación salinera: ¿damos un paseo entre los tajos y cocederos juntos? Nuestros guías realizan visitas para que puedas experimentar en primera persona el trabajo del salinero. Te ofrecemos la posibilidad de convertirte en salinero por un día, conociendo todos los secretos de este oficio artesanal. Podrás tocar con tus manos la sal y aprender a utilizar las herramientas y descubrir todo el proceso de la sal.

El poder del mar

¿Sabías que, mientras en otras salinas el agua se bombea o se deja pasar a través de canales, en las salinas del Carmen lo hace a través del Saltadero? El viento empuja las olas contra las rocas y el impacto forma la espuma que es donde más sal se concentra. Esta peculiaridad produce sal de altísima calidad y rica en oligoelementos.

El agua se conduce del saltadero a los cocederos por un caño abierto con un ‘aliviadero’ que desvía el exceso de agua del mar. El proceso es totalmente natural, tan solo la fuerza del mar y el viento sirve para poder llevar el agua a los cocederos y tajos de las salinas. El agua pasa por un canal hasta llegar a tres depósitos o cocederos, calentándose por la acción del sol. Cuando alcanza la temperatura adecuada, se canaliza hacia los tajos. Es ahí cuando, al evaporarse, se extrae la sal del fondo y se deja escurrir en el borde de los tajos. La sal limpia y seca se guarda en el almacén donde será empaquetada.